RETROALIMENTACIÓN POSITIVA EN EL AULA DE ELE | Costa de Valencia, escuela de español

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RETROALIMENTACIÓN POSITIVA EN EL AULA DE ELE

Aunque podemos estar de acuerdo que los errores y las correcciones son parte necesaria del aprendizaje, lo cierto es que muchas veces estas correcciones no parecen lograr el efecto esperado. En otras palabras, no parecen ser útiles o, en el peor de los casos, son motivo de frustración y desmotivación para los alumnos si estas son persistentes. Si solo reciben un listado de correcciones cada vez que abren la boca para practicar su español o cuando escriben un pequeño texto, pueden llegar a pensar que no están avanzando, lo que puede provocar que no quieran continuar con su aprendizaje. Por ello, quizás sería más apropiado orientar las cosas de otra manera para conseguir que mejoren y, al mismo tiempo, vean que están mejorando.

 

Pero ¿cómo se podría conseguir este doble objetivo? Para lograrlo, la estrategia que diferentes expertos recomiendan es la conocida como “retroalimentación positiva”.

 

Entonces, ¿en qué consiste la retroalimentación positiva? Para poder comprenderlo de una forma sencilla, podemos definirlo como cualquier respuesta dada por el docente con relación al desempeño o trabajo efectuado por un estudiante. La forma que puede adoptar esta respuesta puede ser verbal, escrita o, incluso, gestual. Sin embargo, aunque pueda presentarse de forma diferente, el objetivo de estas respuestas suele ser siempre el mismo: ayudar al estudiante para que pueda conseguir buenos resultados en su proceso de aprendizaje y que lo haga confiando en sus propias capacidades para hacerlo.

 

Por lo tanto, en líneas generales, la retroalimentación, en su vertiente más positiva, pretende que el alumno vea sus logros alcanzados en su propio proceso de aprendizaje y, al mismo tiempo, orientarlo para que continúe.

 

Del mismo modo, diferentes expertos señalan que, con esta estrategia, se puede promover la metacognición al permitir momentos análisis dentro del aula y permitir que el alumno valore lo aprendido o no, cómo puede mejorar y cómo puede seguir mejorando. Sin olvidar que la retroalimentación favorece la autoevaluación y el aprendizaje autónomo de nuestros alumnos.

 

Sencillo, ¿no? Lo esencial sería centrarnos en elogiar al estudiante y poner énfasis en los aspectos positivos, ¿no? Bueno, aunque eso sea parte de la esencia, los elogios sin fundamento pueden llegar a confundir y dar a los alumnos una percepción errónea de sus habilidades. Por ello, a la hora de dar retroalimentaciones, debemos tener en cuenta que estas deben ser:

 

  • Constructivas. Nuestras retroalimentaciones, además de decir qué es lo que ha hecho bien un estudiante, deben incluir qué aspectos puede mejorar y dar consejos sobre cómo puede hacerlo. Del mismo modo, sería necesario que estas retroalimentaciones se centran siempre en las necesidades individuales de los estudiantes.

 

  • Comprensibles. Para que los alumnos mejoren, es necesario que primero comprendan lo que queremos decirles. Por ello, lo mejor es que nuestras retroalimentaciones sean lo más claras para ellos y adecuadas a su nivel de español.

 

  • Sinceras. Decir simplemente “buen trabajo” o “bien hecho” no es suficiente en la mayor parte de los casos. Las calificaciones deben ser genuinas, críticas y basadas en los aspectos que el estudiante puede mejorar según sus capacidades, su nivel y su contexto.

 

  • Oportunas. Lo más efectivo es que las retroalimentaciones se den en el momento más apropiado. Por ejemplo, si queremos que un alumno mejore en sus expresiones orales, deberíamos aprovechar momentos después de una intervención compleja. Del mismo modo, se puede utilizar el resultado de una prueba como excusa para ahondar en aquellas cosas que ha hecho bien y en aquellas en las que tendría que mejorar. Si se espera días para hacerlo, los efectos de la retroalimentación no tendrán el mismo efecto.

 

Por otro lado, existen diferentes maneras y herramientas para aplicar estas retroalimentaciones. Una forma muy sencilla y efectiva de introducir estas retroalimentaciones en nuestras clases puede ser mediante la aplicación de la Escalera de la Retroalimentación de Daniel Wilson donde se siguen los siguientes pasos: clarificar, valorar, expresar inquietudes y hacer sugerencias.

 

  1. Clarificar: En primer lugar, el docente debe comprender la manera en que el alumno ha realizado su trabajo y porque ha llegado a unas determinadas conclusiones. Se puede hacer mediante la realización de preguntas que permitan al alumno justificarse y explicar sus líneas de pensamiento. Este paso previo es vital para poder realizar una buena retroalimentación.

 

  1. Valorar: Una vez comprendido el proceso que se ha seguido, lo que debemos hacer después es introducir valoraciones de manera constructiva. Es decir, señalar lo que se ha realizado bien y hacer un énfasis en los puntos positivos.

 

  1. Expresar inquietudes: Una vez establecido lo positivo, tenemos que orientar al estudiante a que reflexione sobre su propio trabajo o en qué aspectos podría mejorar. Para ello, se pueden utilizar preguntas orientativas como en el primer paso.

 

  1. Hacer sugerencias: En el último paso, debemos hacer recomendaciones al estudiante y darle consejos sobre cómo podría mejorar.

 

Como profesores, nuestro principal objetivo es lograr que nuestros estudiantes alcancen sus objetivos de aprendizaje. Para lograrlo, usamos diferentes técnicas y estrategias centradas tanto en la propia enseñanza de contenidos como en la verificación del avance logrado y, a partir de este momento, valorar lo alcanzado para reflexionar cómo se puede continuar. Por este motivo, la retroalimentación puede ser un elemento importante que nos puede ayudar en este proceso. Por lo tanto, y a modo de conclusión, debemos entender la retroalimentación como una herramienta importante, tanto a disposición de los docentes como de los estudiantes, dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje.

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